
“Los objetos del espejo están más cerca de lo que parece”. Quizá es la advertencia más más seria con la que nos topamos a diario al ver por los retrovisores laterales. El mensaje es muy claro e ignorarlo puede ser mortal. A más de 11.000 kilómetros de distancia, muchos en Ecuador ven por esos retrovisores el desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania. Desde ese espejo, el problema luce ajeno. Más aún, si conduces a velocidad por una autopista de inseguridad, crisis y corrupción que te obliga a mirar al frente. Sin embargo, esa guerra está más cerca de lo que parece.
Para tener una perspectiva apropiada de la situación de fondo hay que mirar por el retrovisor central, ese que acerca los objetos. Desde allí, es fácil notar que la tensa relación entre ambas naciones lleva décadas. Siendo más precisos, a partir de la desaparición en 1991 de la Unión Soviética y con ello el surgimiento de Ucrania como nación independiente. Hoy la justificación de Rusia para el despliegue militar es el riesgo que representa la posible anexión de Ucrania a la OTAN. Desde el Kremlin tratan de matizar el accionar bélico con fines menos egoístas. Aducen que están defendiendo dos regiones que los ucranianos denominan separatistas pero que ellos reconocen como estados independientes y aliados.
Vista la dimensión del problema fijémonos en la forma en que se nos aproxima. La idea de una Tercera Guerra Mundial no es una exageración. Tanto Rusia, como los estados suscritos a la OTAN tienen el poderío militar y armamentístico para iniciarla. En un contexto casi que apocalíptico no hay forma en que los ecuatorianos salgamos ilesos. Los primeros afectados fueron los más de 600 compatriotas que poco a poco van retornando al país desplazados por la guerra. Desde ya vemos la subida del precio del barril de petróleo como una bendición que se puede convertir en desgracias; pues como sabemos producimos crudo barato y consumimos combustible caro. Por otro lado, están los insumos para la producción industrial y agrícola que en buena medida se importan desde el gigante de Europa del Este. Finalmente, está la amenaza concreta a los ingresos anuales por concepto de exportaciones de banano, flores y camarón. En 2021 significaron más de 1900 millones de dólares.
A la fecha se estima que en estos primeros días de conflicto más de 2000 civiles ucranianos han perdido la vida. Se habla de más de medio millón de desplazados a la frontera y a países vecinos como Polonia. Ucrania enfrenta la situación con su propio poderío bélico. La OTAN hasta ahora ha dejado claro que su respaldo será diplomático y la advertencia del presidente Volodímir Zelenski para los aliados de la OTAN, es tan seria como la de un retrovisor: “si no nos ayudan hoy, entonces la guerra llegara mañana a sus países”. El mundo entero espera que el conflicto encuentre una salida a través del diálogo. Sin embargo, ninguno puede permitirse una perspectiva errónea de un conflicto que está más cerca de nosotros de lo que puede parecer.
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